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Enfermera
(12 mayo 1820 – 13 agosto 1910)
Reino Unido

Había una vez una niñita inglesa, que nació en Italia, surgiendo así su nombre. A ella le gustaba mucho viajar, las matemáticas y también las ciencias. Tiempo después, cuando ella creció quiso estudiar, y fue apoyada por su padre. Y eligió enfermería, pese a que no era bien considerado ese trabajo, pues se relacionaba más con labores domésticas. Florence se apasionó tanto con su oficio de enfermera, que el gobierno la envió a dirigir un hospital para ayudar a los soldados heridos en Turquía, durante la Guerra de Crimea.

Fue en 1854 que llegó a Turquía, junto con 38 enfermeras que contrató, entre ellas también había religiosas. Al llegar allí, al instante, comenzó a recopilar y examinar toda la información que pudo reunir. Hacía siempre el registro de todo lo que le interesaba durante sus viajes y trabajo.

Florence fue la primera persona que descubrió que la mayoría de los soldados no morían por las heridas, sino que por las infecciones que había en el hospital.

Entonces ella se aseguró de que todos los que iban a trabajar o curar a los pacientes, antes se lavaran las manos frecuentemente, y que mantuvieran todo limpio en el hospital.

Otra cosa que ella hacía era que en las noches llevaba consigo una lámpara por los pasillos del hospital, y les hablaba a los pacientes difundiendo esperanza y alegría.

Gracias a su idea de lavarse las manos muchos soldados fueron salvados.

Florence, para lograr estar en ese lugar destacado tuvo que enfrentar muchas adversidades, incluyendo las actitudes machistas de la época e incluso a su madre y a su hermana.

Nota de María Belén Durán, Voluntaria Ingeniosas

Referencias bibliográficas:
– “Cuento de buenas noches para niñas rebeldes”, Elena Favila y
Francesca Cavallo
– “101 Grandes Mujeres de la Historia”, varias autoras
– “Florence Nightingale: Founder of the Nightingale School of Nursing”, Marc Davis

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